En las entrañas silenciosas del desierto de Atacama, Chile, está surgiendo una maravilla de la ingeniería y la astronomía moderna: el Extremely Large Telescope (ELT). Este coloso óptico, con su espejo primario de 39 metros de diámetro compuesto por 798 segmentos hexagonales, promete revolucionar nuestra comprensión del cosmos.
El ELT no es simplemente un telescopio más grande; es un salto cuántico en capacidad observacional. Su diseño innovador le permitirá captar 15 veces más luz que cualquier telescopio óptico existente, abriendo ventanas a fenómenos cósmicos nunca antes observados con tal claridad.
La ubicación del ELT en el desierto de Atacama no es coincidencia. Esta región, situada a más de 3.000 metros sobre el nivel del mar, ofrece algunas de las condiciones atmosféricas más estables y cielos más oscuros del planeta, fundamentales para la astronomía de alta precisión.
Entre sus objetivos científicos principales destacan la búsqueda de planetas similares a la Tierra en sistemas estelares vecinos, el estudio de las primeras galaxias formadas tras el Big Bang, y el análisis de la naturaleza de la materia oscura y la energía oscura que constituyen el 95% del universo.
El proyecto ELT representa una colaboración internacional sin precedentes, con participación de 16 países europeos y un presupuesto que supera los 1.300 millones de euros. Se espera que el telescopio comience operaciones científicas a finales de esta década, marcando el inicio de una nueva era en la exploración del universo.
Con el ELT, los astrónomos podrán observar directamente exoplanetas, analizar sus atmósferas en busca de biomarcadores, y potencialmente responder a una de las preguntas más fundamentales de la humanidad: ¿Estamos solos en el universo?

